A través de excavaciones arqueológicas se ha descubierto que los pueblos antiguos, como por ejemplo los egipcios, ya realizaban operaciones complejas. Estos pueblos realizaron grandes avances medicinales gracias al proceso de momificación. Los momificadores, al abrir los cuerpos de los faraones, obtenían mucha información sobre la anatomía humana.

En la Edad Media, era bastante común que los médicos o curanderos intentaran curar cualquier tipo de enfermedad mediante sangrías. Esto se hacía principalmente con el uso de sanguijuelas. Sin embargo, durante este período el conocimiento avanzó poco, ya que hubo una fuerte influencia de la Iglesia Católica, que condenaba la investigación médica.

Incluso con los avances de la medicina, todavía hay casos que sorprenden hoy incluso a los médicos más experimentados.

Sangre vulcaniana

Si has visto Star Trek, estarás familiarizado con el Sr. Spock y su sangre vulcana. En octubre de 2005, en el Hospital St Paul de Vancouver, los médicos insertaron una línea arterial en un paciente de 42 años para aliviar su presión arterial. Después del procedimiento, se asustaron al ver sangre verde oscura saliendo del paciente.

El análisis del paciente reveló una enfermedad rara y peligrosa en la que la hemoglobina de la sangre no puede unirse al oxígeno. El análisis de las muestras tomadas del paciente reveló otra condición llamada sulfhemoglobinemia, una enfermedad poco común en la que el sulfuro de hidrógeno se combina con iones férricos en la sangre para formar sulfhemoglobin, lo que hace que la sangre se vuelva verde oscuro.

El misterioso caso de Natalie Adler

Natalie Adler, una joven australiana, sufre un trastorno poco común que la deja ciega durante tres de cada seis días. Sus ojos se cierran involuntariamente y no se abren hasta tres días después. Al principio esto ocurrió al azar, pero luego empezó a seguir un ciclo. Cientos de especialistas en oftalmología realizan pruebas en Adler. Pero no pudieron encontrar una causa directa ni cura para el trastorno.

Lápiz en la cabeza

Después de sufrir dolores de cabeza y hemorragias nasales durante 55 años, Maragert Wegner se sometió a una cirugía en agosto de 2007. ¿Pero por qué? Pues para sacarse un lápiz que se le quedó alojado en la cabeza gracias a un accidente infantil cuando tenía tan solo cuatro años. Debido a la falta de tecnología en ese momento y al temor de que la cabeza de Wegner sufriera daños irreparables. Los médicos retrasaron durante años la retirada del lápiz.

Chica que se ríe sin parar

Xu Pinghui, una niña de 12 años de Chongqing, un día comenzó a reír sin parar después de tener fiebre cuando tenía ocho meses. Debido a su rara condición, perdió la capacidad de hablar a la edad de dos años y sólo puede comunicarse mediante risas. La causa de la enfermedad sigue siendo un enigma. Aunque los médicos dicen que podría haber sido causado por un daño en el lóbulo frontal debido a la fiebre, los expertos actualmente están probando la teoría.

Receptor de corazón

William Sheridan, de 63 años, acababa de someterse a una cirugía de trasplante de corazón y se estaba recuperando cuando desarrolló una pasión por el arte y comenzó a hacer hermosos bocetos. Todo se volvió más intrigante cuando descubrieron que su donante era un artista. Este extraño fenómeno, llamado memoria celular, es la teoría de que el cerebro no es la única parte del cuerpo que contiene la memoria y los rasgos humanos, y que otros órganos, como el corazón y las manos, también pueden contenerlos.

Niña de ocho extremidades

Lakshmi Tatma nació como siamesa, con el cuerpo sin cabeza de su gemela parásita unido a ella por la pelvis, lo que le daba la apariencia de cuatro brazos y cuatro piernas. La niña tiene una rara condición llamada isciopago, donde el gemelo deja de desarrollarse en el útero y el feto restante absorbe al otro cuerpo.

El caminante milagroso

Mark Chenoweth ha pasado los últimos diez años en una silla de ruedas. Nació con espina bífida, una enfermedad que le impide caminar. En 1988, su médico le prohibió tomar lecciones de buceo. En contra de estas órdenes, se dirigió a Menorca y consiguió convencer a un centro de buceo para que le diera clases. Al bucear a una profundidad de 55 pies y luego de salir a la superficie, descubrió que podía caminar nuevamente. Tres días después, sus piernas volvieron a perder la sensibilidad, por lo que inmediatamente volvió a bucear. Después de un tiempo, se dio cuenta de que cuanto más profundo iba, más tiempo podría caminar después. Los médicos no pueden explicar tal suceso.