La superstición es un tipo de creencia popular que no tiene explicación científica. Son creados por las propias personas y normalmente se transmiten de generación en generación. Muchas veces se crean porque no tenemos una explicación científica para un determinado tema, y la gente intenta crear explicaciones que no tienen sentido racional, por lo tanto, son falsas.

Estas supersticiones pueden arruinar la vida de una persona. Un buen ejemplo de esto es el viernes 13. No existen estudios que comprueben que esta fecha traiga algún tipo de mala suerte, pero muchas personas creen tanto en ello que terminan ni siquiera saliendo de casa ese día, perjudicando sus propias vidas. En la Edad Media no fue diferente. En aquel momento la cosa era un poco peor porque había muy poco conocimiento.

Mar en el cielo

Esta historia fue difundida por el cronista inglés Gervasio de Tilbury. Escribió alrededor de 1212 a su patrón, el emperador romano Otón de Brunswick, afirmando que creía que el mar estaba en un punto por encima de la Tierra, “por encima de nuestra habitación, en el aire”. Esta creencia se basaba en el Génesis, que habla de “aguas sobre el firmamento”.

Magonia

Las personas fascinadas por la vida extraterrestre seguramente interpretarían esta bola de fuego vista por Carlomagno como una nave espacial. Los informes sobre objetos misteriosos en el cielo ciertamente no se limitan al día actual. El arzobispo Agobardo, en uno de sus libros, describe que la gente de su tiempo creía en una determinada región llamada Magonia, “desde donde los barcos entraban en las nubes” para robar las cosechas.

Toque real

Durante mucho tiempo la gente creyó que los monarcas, en virtud de su derecho divino a gobernar, estaban bendecidos con el poder de curar enfermedades con un simple toque. Ciertas enfermedades, como la escrófula, una inflamación tuberculosa de los ganglios linfáticos del cuello, se curarían rápidamente si la persona fuera tocada por un soberano.

Cazadores espectrales

En toda la Gran Bretaña medieval y en muchos lugares del continente europeo, la gente hablaba de un miedo desmesurado a las manadas espectrales que arrasaban los bosques en pleno invierno. Momento en el que el mundo de los vivos y los muertos chocan. Estos misteriosos perros estaban acompañados por cazadores y guerreros fantasmales, montados en corceles negros, liderados por Odín, el dios de los muertos en ese momento.

Lugar donde vive el mal

La isla de Drangey está situada en el Atlántico Norte, a una hora en barco desde Islandia. Está marcado por un enorme acantilado que se eleva 168 metros sobre el nivel del mar. En la Edad Media, la isla era considerada el hogar de trolls y otros seres malvados. Los cazadores que subían al acantilado para cazar pájaros y recoger huevos a menudo caían porque sus cuerdas se cortaban misteriosamente.

El martillo de la bruja

El libro Malleus Maleficarum (El martillo de las brujas) está en la lista de los libros más infames de la historia. Se publicó en 1486 y fue escrito por dos frailes alemanes para desacreditar los argumentos de que la brujería no existía. También fue creado como un tutorial/manual para la detección, juicio y castigo de las brujas. El libro fue responsable de la ola de caza de brujas que azotó Europa y provocó la muerte de miles de personas. Mujeres más inocentes.

El hombre salvaje de Orford de la Edad Media

Según algunas historias de pescadores de Suffolk, una vez capturaron a un hombre salvaje desnudo cerca del pueblo de Orford. El supuesto tritón, como lo llamaban, tenía una barba larga y peluda y un pecho peludo, pero se decía que su cabeza era completamente calva. La criatura fue llevada al castillo de Orford, donde Bartholomew de Glanville era gobernador. El extraño ser fue arrojado al calabozo y torturado hasta hacerlo hablar. Sin información, los lugareños no podían decidir si la criatura era un pez o un hombre, a pesar de que se sentía cómoda tanto en la tierra como en el mar. Los aldeanos pensaron que el extraño prisionero podría ser un espíritu maligno en el cuerpo de un marinero ahogado.