Si hay algo que nos va a pasar es la muerte. Pero la pregunta que hoy abordaremos aquí no es cuándo moriremos, sino cómo, después de todo hay varias maneras de que esto suceda, razón por la cual la ciencia ha elegido las 4 siguientes como las peores de ellas. Échale un vistazo:

Morir de hambre

Ciertamente la muerte más lenta posible, después de todo, el cuerpo humano tiene tejido de reserva para generar energía en tiempos de escasez. Si no comes nada, el metabolismo de tu cuerpo consumirá lentamente primero la grasa y luego tus músculos. Llega un momento en que la degradación es tan grande que ni siquiera tu corazón puede soportarla.

Muriendo de sed

Nuestro cuerpo es agua 60%, entonces cuando nos deshidratamos, imagina que todos los órganos de nuestro cuerpo disminuyen de tamaño, sin mencionar que el riñón es el primero en fallar, a partir de entonces se acumulan varias toxinas en el cuerpo. El cerebro, con poca irrigación, se encoge y a partir de ahí tenemos alucinaciones, delirios, sin contar los inmensos dolores y calambres en todo el cuerpo.

Decapitación

Apuesto a que pensabas que la decapitación era indolora… Bueno, para empezar, en 1905, el Dr. Gabriel Beauriex informó que pudo interactuar con una cabeza decapitada durante poco menos de 30 segundos. Hoy en día se cree que esto es posible durante unos 5 segundos. Sin embargo, esto no quiere decir que sea indoloro, sin mencionar que muchas veces las hojas no están muy afiladas, lo que a veces lleva al uso de un hacha igualmente desafilada mientras la víctima está agonizando…

Inyección letal

Puede que se haya abolido la guillotina, pero no la pena de muerte, tanto es así que en EEUU se utiliza como método para matar a un condenado a muerte la inyección letal, que es la combinación de tres elementos, un anestésico, un paralizante muscular y cloruro de potasio, que provoca un paro cardíaco. El problema es que las dosis son las mismas para todos los presos y que cada cuerpo es diferente, es decir, cada persona necesita una dosis distinta de cada medicamento para tener efecto, tanto es así que muchos presos ya han gemido de dolor, se han retorcido o incluso se han sentado.