Es posible que el hábito haya surgido alrededor del año 3000 a. C. En Grecia, la Diosa de la caza era honrada con velas que decoraban pasteles redondos hechos de miel, que simbolizaban la luna, según los griegos, la luna era la forma en que la Diosa Artemisa aparecía en la naturaleza.

Más tarde, la realeza de Roma también adoptó la celebración de su cumpleaños, sin embargo, sólo los emperadores, senadores y sus familias podían participar en la celebración.

Debido a que tiene su origen en la cultura pagana, pues las velas o antorchas encendidas representaban protección espiritual, celebrar los cumpleaños dejó de ser una costumbre hasta el siglo IV, a partir de cuyo momento la Iglesia comenzó a celebrar el nacimiento de Cristo.

En la creencia de los pueblos paganos, cumplir un año más de vida era un gran cambio y los espíritus malignos podían tomar posesión del espíritu del cumpleañero. Dar regalos era una forma de atraer el bien y alejar el mal; pedir un deseo antes de apagar las velas era visto como enviar una señal al cielo.

Historiadores e investigadores del tema sugieren que la ceremonia comenzó como una forma de protección. Esto se debe a que los paganos creían que los espíritus malignos amenazaban a las personas cuando atravesaban un gran cambio en sus vidas, como por ejemplo cumplir un año más. Para proteger al cumpleañero o cumpleañera de este mal, familiares y amigos se reunían para desearle lo mejor y traerle buenos pensamientos.

Después del siglo XVIII, los alemanes celebraron la fiesta de niños, o la “fiesta de los niños”, que celebraba los cumpleaños de sus pequeños.

El verdadero origen de la celebración del cumpleaños es aún desconocido, ya que no existen registros exactos de épocas lejanas, hecho que hace aún más difícil comprender el origen del ritual.